Hablar de D. Julio Álvarez Fernández y hablar bien es fácil.
Julio que llegó a nuestra Casa en 1972, fue un maestro de la antigua escuela dedicado a sus alumnos en su clase, en el patio, organizando los viajes de final de curso…
Además de enseñar las matemáticas, trabajaba en su taller de pretecnología con sus alumnos haciendo máscaras de papel, dibujos y como no, azulejos.
Fue con ellos con los que comenzaría en los años 80 a plasmar la vida de don Bosco pintada en madera. Hoy podemos disfrutar de ello gracias al trabajo que D. Julio ha realizado en unos preciosos y emotivos azulejos en nuestro patio de María Auxiliadora.
Desde el pasado viernes 29 de enero de este mismo año, acompañan a esos azulejos uno especial como merecido homenaje a este gran maestro y artista de la Casa Salesiana.
Todos sus alumnos lo recuerdan con cariño por su amabilidad y buen humor. Pero no sólo fue un buen maestro, sino que además fue un magnífico compañero, el cual sigue visitando su Casa a menudo saludando tanto a antiguos compañeros como a los que se van incorporando.
Desde el 2018 sigue su relación en la Casa con el teatro, donde se reencontró con los alumnos preparando un bonito musical. En las tardes de ensayo, no sólo les ayuda a mejorar en la expresión verbal, corporal, el trabajo en equipo, las emociones…; sino también en el esfuerzo, la constancia en el trabajo y el dar sin esperar nada a cambio, siempre con una sonrisa y buen talante.
Con todo lo expuesto y mucho más que han dado estos casi 50 años de dedicación a la Obra Salesiana, podemos decir que personas como tú, sois fundamentales para que el espíritu de Don Bosco siga vivo en nuestra ciudad.
Gracias por seguir acompañando a los jóvenes como el Maestro nos enseñó.